Autos Eternos

Chevy, la gran tentación de GM – Parte I

En 1962, la lucha de los autos compactos de origen norteamericano había llegado a nuestro país. En el breve lapso de cuatro meses, las filiales locales de Chrysler, Ford y General Motors presentaron su línea de vehículos para pasajeros, los cuales por la configuración constructiva de sus carrocerías, sin chasis o autoportante, recibieron la denominación de compactos. El Valiant, el Falcon y el Chevrolet 400, respectivamente, se disputaban un promisorio mercado en el que también participaba el Rambler, un modelo original de American Motors que en nuestro país fabricaba y comercializaba Industrias Kaiser Argentina (IKA). Como en Estados Unidos, este modelo se consolidó como el más vendido del segmento, aunque poco tiempo después fue desplazado por el Falcon. Por su parte, la performance comercial del modelo de GM quedaba muy lejos de las expectativas y de sus rivales, a pesar de estar impulsado con un motor de mayor cilindrada y potencia que el del Falcon y de gozar de innovaciones como la exclusiva suspensión trasera «Uniflex» (de un solo elástico de sección variable), además de un buen nivel de equipamiento y sobria terminación.

Al finalizar la década de 1960, GM Argentina realizó una fuerte apuesta para escalar posiciones entre los autos grandes. Curiosamente, en lugar de remplazar al Chevrolet 400 por un modelo más contemporáneo, la automotriz incorporó un auto nuevo que ampliaba la oferta en ese segmento. En diciembre de 1969 se presentaba en nuestro país el Chevy. El nombre en sí mismo resultó una rareza. En su país de origen la denominación original era Nova, pero el departamento comercial de la filial argentina temía que en nuestro medio esa palabra tuviera una connotación negativa y fuera asociada a «no va a andar, no va a funcionar», por lo tanto, se decidió remplazarla por una más simpática como «Chevy», apodo genérico que se usaba y aún se usa en Estados Unidos para designar a todos los modelos de la marca Chevrolet.

Fue una apuesta arriesgada. En relación a su predecesor, el Chevy era 16 centímetros más largo y 4 centímetros más ancho, además presentaba una distancia entre ejes de 111 pulgadas, una más que el Chevrolet 400. Este incremento en las dimensiones ubicaba al nuevo modelo en un escalón superior, pero en una posición intermedia entre los compactos y los coches grandes de la época como lo eran el Dodge de Chrysler y el Fairlane de Ford. El recién llegado resultaba una opción más cara y lujosa.

En una primera etapa, esta superposición de modelos resultó exitosa. En 1970, las ventas de los dos autos Chevrolet sumados, fue la mayor entre los automóviles de todas las marcas de tamaño grande fabricados en el país.

El Chevy mantenía la concepción mecánica de su antecesor, pero con algunas mejoras como el reemplazo del fallido sistema de suspensión trasera «Uniflex» por el más conservador, pero confiable, sistema Hotchkiss con elásticos longitudinales semielipticos multihojas. En materia de seguridad, se incorporó una columna de dirección telescópica y colapsable en caso de impacto frontal.

El diseño exterior presentaba un aspecto mucho más agresivo con una línea fluida y dinámica enfatizada en el lateral por un lomo que elevaba la línea de cintura a la altura de la ventanilla trasera, un amplio parante C y la caída tipo fast-back en su luneta continuada en la acentuada inclinación de la tapa del baúl. Desde el punto de vista estructural, la carrocería estaba conformada por una unidad integral soldada al piso y reforzada con un chasis delantero secundario que daba al conjunto una gran resistencia torsional y una alineación más permanente del tren delantero. Su trocha era la más ancha de la industria argentina y su bajo centro de gravedad le confería mucha estabilidad y seguridad.

La oferta inicial solo incluía la versión sedán de cuatro puertas con el motor de 230 pulgadas y caja de tres velocidades con la selectora ubicada en la columna de dirección. Era una propuesta base, con asientos enterizos delanteros y espacio para seis pasajeros.

Al año siguiente, se sumaron el modelo cuatro puertas SS (Súper Sport) y la coupé SS, ambos equipados con el propulsor de 250 pulgadas, transmisión de cuatro marchas sincronizadas y palanca al piso. Estos modelos representaban una opción lujosa y deportiva con detalles como techo vinílico, tazas cromadas, falsas tomas de aire en el capot y ornamentaciones en la carrocería. En el interior se destacaban las butacas individuales, el volante deportivo y un panel de instrumentos con tres cuadrantes redondos que incluía tacómetro electrónico.

 

 

 

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