Clásicos entre cardones y montañas
En su permanente búsqueda de tesoros bien resguardados, visitamos el Museo del Automóvil de Salta, una impecable instalación en un verde entorno natural.
Salta. “La Linda”,de acuerdo al marketingturístico contemporáneo,o “Muy Hermoso”, según el significado del término Sagta de sus pobladores originarios, que posiblemente dio origen a su nombre.Ciudad de contrastes sociales. Colonial, histórica y clásica. Acapara en sus monumentos el espíritu de la heroica lucha revolucionaria, y en sus calles, tesoros arquitectónicos de su legado hispánico. Rica en tradiciones, atesora una herencia folclórica que sigue desvelando las noches de Balderrama.
Pero para los que no podemos resistir la tentación de buscar el maridaje entre los autos y la historiaen cada lugar adonde vamos, Salta nos depara una grata sorpresa. En Villa San Lorenzo, un suburbio residencial a pocos kilómetros del centro, abre sus puertas el Museo del Automóvil. Instalado dentro de un complejo de cabañas y enmarcado en el verde entorno de las Lomas Balcón y las serranías, el museo aloja una variopinta colección de clásicos nacionales y extranjeros de diversas épocas.
Inaugurado en 2012, es la primera colección de automóviles abierta al público en la Provincia de Salta. Junto a los vehículos, ambienta el amplio salón una variada muestra de objetos relacionados con el automovilismo, algunos de ellos con una antigüedad de más de un siglo.
Daniel Chilibertto, su propietario, recibió a Autohistoria en una abrumadora tarde de enero. “El museo nace de una pasión que se nos aparece en algún momento de la vida. En mí despertó de muy chico trabajando de mecánico y estudiando en Buenos Aires en una escuela de mecánica automotriz. Nació como un hobby comprando y arreglando algún auto, cada vez másbuscando la perfección. Llegó un momento en que se empezaron a juntar y apareció el problema de ver en dónde los poníamos. Allí surgió tímidamentela idea de hacer este salón, a tener algún que otro auto y eso desencadenó, como en todos los hobbies, uno trayendo al otro y al otro y así sucesivamente. De a poco, llegamos a la actualidad con una colección de 18 autos itinerantes”, nos cuenta Daniel.
Primero se inauguró el sector exclusivo de autos, donde se incorporaron algunos elementospara ambientar que parecían imposibles de conseguir, como surtidores o motores estacionarios. Luego se sumó el almacén, un ambiente que reproduce los típicos almacenes de ramos generales de antaño con carameleras, cortadora de fiambre, heladera, caja registradora y hasta latas de aceite con su contenido intacto. En sus mesas se puede disfrutar de las típicas empanadas salteñas y alguna picada. Al lado, se sumó más tarde el taller, equipado con herramientas de época.
Atareado en la administración del complejo Cabañas San Lorenzo, Chilibertto se las ingenia para encontrarse de a ratos con su viejo oficio de mecánico y ocuparse del cuidado y puesta a punto de los autos. Todos fueron cuidadosamente restaurados en su taller. “El hecho de ser mecánico y reparar auto por auto, ponerlos a punto y en marcha, armar y desarmar sus motores, repararlos y dejarlos funcionando como corresponde, me da muchas satisfacciones. Hacer ese trabajo te da otro contacto, una sensibilidad distinta a la que tendría si solo me subiera a manejarlos”.
Los vehículos están en óptimo estado de funcionamientoy en condiciones de circular por la vía pública, con sus patentes alfanuméricas y seguros al día. El más antiguo de la colección es el Studebaker President de 1924. Hay clásicos contemporáneos nacionales como un Valiant V200 1962, un Falcon Futura 1973 y un Rambler Classic de 1971e internacionales como un Mercedes-Benz 250 de 1966.Por supuesto, no podían faltar los inevitables Ford T y Ford A y sus rivales chivos, Chevrolet 1938 y Fleetmaster de 1946.
La mayoría fueron adquiridos fuera de la Provincia de Salta. Las únicas excepciones son el Chevrolet 1938, oriundo de la capital provincial, y el Buick Roadmaster 1946 de la Ciudad de Orán.
Como suele ocurrir, cada auto encierra su propia historia de vida como es el caso del mencionado Buick. Su primer propietario, de apellido San Martín y ex empleado en Altos Hornos Zapla, se lo vendió al Sr. Kunzen. Junto al auto, le entregó una nota escrita a máquina en donde le detallaba los últimos arreglos realizados en el taller Peabody de Buenos Aires y le describía el tapizado que había sido traído especialmente por Aerolíneas Argentinas. Finalizaba el texto deseándole un muy buen augurio y que disfrutara del nuevo auto con su familia. Otros tiempos, evidentemente. Fallecido el Sr. Kunzen, el Buick permaneció muchos años en Orán hasta que fue adquirido por Daniel Chilibertto. Tras haber estado arrumbado en una galería durante 40 años, fue sometido a un minucioso proceso de restauración que incluyó trabajos de chapa, pintura, tapicería, frenos, motor y detalles mecánicos.
En la actualidad, la mujer e hijos de Kunzen suelen visitar el museo y re-encontrarse emotivamente con el auto que perteneció a la familia.
Otro auto con historia es el Mercedes-Benz 250. En 1966, el Sr. Mario Weisman lo adquirió cero kilómetro en la Ciudad de Ginebra, Suiza, en donde realizaba estudios de física. Lo tuvo muchos años en ese país y en otros de Europa como Francia y Alemania, donde se le realizaron todos los service, hasta que regresó al país. Por supuesto, con el Mercedes. Weisman y su esposa se radicaron en Santa Fe donde disfrutaron el auto por décadas e inclusive llegaron a apodarlo “El Pampello”. Se lo vendieron a Chilibertto hace solo seis años. El 250 se encuentra en perfecto estado de conservación, no fue restaurado y su motor nunca fue abierto.
Aunque cada vez con menor frecuencia, algunos de los autos son utilizados para eventos sociales como casamientos o cumpleaños de quince. El Dodge Victory 1931, el Chevrolet 1938, el Buick y el Studebaker son las piezas más solicitadas. En todos los casos, es el propio dueño quien interpreta el rol de chofer.
Consultado sobre cuál es su preferido, Daniel respondió con habilidosa muñeca. “Yo disfruto plenamente de todos los autos. Cuando viajo en cada uno de ellos me traslado a su época, al momento en que se fabricó con su tecnología contemporánea y los disfruto en ese contexto”.
Recientemente, el Museo del Automóvil de Salta fue declarado de interés municipal por las autoridades de Villa San Lorenzo y están avanzadas las gestiones para un reconocimiento similar por parte de la provincia. De a poco, se está transformando en un referente más de atracción turística para la villa.
En una provincia con mucha historia, es un apropiado lugar para preservar otra historia, la de los autos clásicos.
Por Gustavo Feder, editor de Autohistoria