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Cientos de Fiat 600 en la inauguración oficial del Museo del Fitito

Este fin de semana abrió al público el espacio dedicado a repasar la historia de este
emblema de la industria automotriz, y el impacto que dejó en la localidad de Caseros y en
todo el país. El evento estuvo coronado con una caravana que reunió más de 600 Fiat 600 y
que unió el autódromo de la ciudad de Buenos Aires y la localidad donde vió nacer a todas
las unidades de este modelo.
Fiat, una marca de Stellantis, acompañó este 5 de noviembre a la apertura al público del
Museo del Fitito, un espacio conmemorativo que honra a las más de 297 mil unidades
producidas en la antigua fábrica de Fiat en la localidad de Caseros y que cuenta con
imágenes de la planta, cartas, documentos y distintas versiones del vehículo que movilizó a
más de una generación de argentinos. Está inauguración se complementó con una
caravana de cientos de Fiat 600 que comenzó en el autódromo de Buenos Aires hasta el
playón municipal de 3 de Febrero.
Martin Zuppi, presidente de Fiat en la Argentina, expresó: “Quiero agradecer el trabajo y
dedicación de todos los amantes del Fiat 600 que hoy no sólo representa un hito en la
industria automotriz argentina, sino que también dejó una huella imborrable con la creación
de este museo que preservará su legado”.
El Fiat 600, no solo representó un hito en la industria automotriz argentina, sino qué también
dejó una huella imborrable en el país durante más de dos décadas. Este pequeño automóvil
de origen nacional, lanzado en 1960, rápidamente se transformó en un fenómeno de ventas
y dejó un legado perdurable en la memoria colectiva de los argentinos, incluso después de
su último día de producción en 1982.
Un poco de historia
En 1959, al sancionarse el régimen de promoción para la industria automotriz, Fiat
acreditaba una consolidada presencia productiva y comercial en el país. Desde mediados
de la década de 1950, la compañía italiana había desembarcado industrialmente en el país
con tres establecimientos en Ferreyra, provincia de Córdoba, orientados a la producción de
maquinaria agrícola, motores diésel y material rodante ferro-tranviario. Fiat Someca
Construcciones Córdoba, Grandes Motores Diesel y Materfer constituían los sólidos
cimientos para avanzar en el desafiante proyecto de la producción automotriz.
Ese mismo año, Fiat presentó a las autoridades nacionales su plan para la producción de
automotores, donde el pequeño 600 estaba destinado a cumplir un rol protagónico. De
acuerdo al proyecto presentado, se había previsto producir durante 1960 2.900 automóviles
Fiat 600, cifra que debía incrementarse progresivamente hasta alcanzar las 7.500 unidades
en 1964. Por su parte, el porcentaje de fabricación nacional de componentes aumentaría
paulatinamente desde el 55% en 1960 hasta el 90% en 1964. Para lograrlo, la compañía
sumó un nuevo establecimiento industrial en la localidad de Caseros, provincia de Buenos
Aires, destinado a las tareas de montaje, chapistería y acabado.
El 8 de abril de 1960, un 600 color gris claro se convertía en el primer Fiat de producción
nacional y ponía primera a una historia industrial que se extendería por más de 20 años.
El Fiat 600 gozaba de inmejorables antecedentes internacionales. Había sido presentado el
10 de marzo de 1955 durante el Salón del Automóvil de Ginebra con la misión de remplazar
al exitoso “Topolino”. Diseñado por el ingeniero Dante Giacosa, el 600 fue el primer Fiat con
carrocería autoportante. Estaba impulsado por un motor de cuatro cilindros y 633 cc,
refrigerado por agua, que entregaba 22 hp de potencia y se acoplaba a una caja de
velocidades de cuatro relaciones. La disposición trasera del motor y de la transmisión
resultó fundamental para lograr un habitáculo que pudiera alojar a cuatro pasajeros adultos
en una extensión de apenas 3,30 metros. La suspensión era independiente en las cuatro
ruedas y los frenos, a tambor de accionamiento hidráulico. El pequeño Fiat apenas pesaba
580 kilos, podía desplazarse a una velocidad máxima de 95 km/h y consumía 5,7 litros de
combustible cada 100 kilómetros. A pesar de ser un auto económico, el equipamiento
incluía calefacción y desempañador.
El Fiat 600 se transformó de inmediato en un símbolo de la recuperación económica de la
Italia de posguerra. Su precio resultó accesible para numerosas familias que por primera
vez pudieron hacer realidad el sueño del auto propio. Fue tal la demanda que en apenas
seis años se superó la barrera del millón de unidades producidas. Por entonces, salían de la
línea de montaje de la fábrica de Turín más de 1.000 vehículos diarios.
Los 600 argentinos
Los primeros ejemplares nacionales se denominaban simplemente 600, sin ninguna letra
que los identificara. Se fabricaban con carrocerías desarmadas importadas de Italia. Este
conjunto de nueve piezas fue nacionalizado a partir de 1963, cuando entró en operación la
nueva sección de estampados. Por su parte, el grupo motor, transmisión y demás
elementos mecánicos era producido en el complejo industrial de Córdoba.
En 1962 llegaron los primeros cambios con la presentación de la versión “D”. La principal
modificación fue la introducción de un nuevo motor de 767 cc que incrementó su potencia a
32 hp.
El exterior permanecía prácticamente inalterado. La carrocería todavía presentaba las
puertas de apertura contraviento –popularmente llamadas “suicidas”-, es decir, articuladas
en el parante central. El único cambio visible y funcional fue la incorporación de ventilete
que remplazó a la ventanilla enteriza.
En agosto de 1964 se presentó una evolución de la versión “D” que introdujo mejoras en la
mecánica y cambios en el exterior y habitáculo. Si bien la cilindrada se mantuvo inalterada,
el motor incorporó innovaciones como el circuito sellado de refrigeración, filtro de aceite a
doble estadio (un filtro seco y otro en baño de aceite), nuevo carburador y ventilación de
cárter modificada con reingreso de vapores de aceite.
En el habitáculo fue reubicada la llave de encendido en la columna de la dirección y se
introdujo traba de seguridad antirrobo. Los asientos adoptaron una disposición más
anatómica, con nuevos tapizados e interior con espuma de goma, mientras que el volante
incorporó un nuevo aro de bocina y remplazó su color marfil por negro. Este cambio
cromático fue también adaptado por el instrumental.
En el exterior, la modificación más significativa fue el frontal con el nuevo escudo de la
marca en forma de corazón (en remplazo del círculo) y la renovada guarnición del capó
cromada. En el lateral se introdujeron nuevas baguetas con defensas para guardabarros
traseros, en tanto que los paragolpes se estilizaron con uñas más chicas con topes de
goma.
Cambios más significativos llegaron en abril de 1965 con el lanzamiento del 600 “E”.
Exteriormente, la modificación más notable fue el remplazo de las puertas de apertura
“suicida” por las más convencionales abisagradas en el primer pilar. La estética se mantuvo
sin cambios hasta fines de 1966, cuando se remplazaron las ópticas delanteras por unas de
mayor diámetro, se modificaron las llantas por unas ventiladas y el panel frontal, donde fue
rediseñado el escudo “Fiat” y se simplificaron las ornamentaciones con dos “bigotes”
centrales en lugar de los seis de las primeras generaciones.
Durante los años 60, las cifras de producción del Fiat 600 progresaron en función de una
demanda sostenida. Las poco más de 4.700 unidades de 1961 casi se triplicaron hacia
1966 cuando se superaron las 13.600. Al año siguiente, con 17.817 ejemplares
comercializados, el Fiat 600 se posicionó primero en ventas del mercado argentino
impulsando, al mismo tiempo, las ventas totales de Fiat que por primera vez alcanzó, como
marca, el liderazgo en producción y ventas del país.
En 1968 llegaron nuevas actualizaciones como los paragolpes de diseño más estilizado con
nuevas defensas de caño de acero y uñas más pequeñas con topes de goma. Por
entonces, el motor había incrementado su cilindrada a 797 cc, para entregar 36 hp y
permitirle alcanzar una velocidad cercana a los 110 km/h.
La versión “E” ingresó a la década de 1970 con pequeñas modificaciones como las llantas y
tazas de diseño renovado y un nuevo panel de instrumentos de mayor tamaño y legibilidad
con una escala de velocímetro que indicaba una velocidad máxima de 130 km/h. La
tradicional carrocería podía lucirse con una nueva paleta de colores.

Más de 600 autos Fiat 600 realizaron en la mañana del domingo 6 de noviembre la caravana que partió desde el Autódromo BA

En noviembre de 1970, el 600 “E” dejó su lugar a su sucesor, el 600 “R”. El motor mantuvo
su cilindrada, pero incrementó la compresión a 7,8:1, lo que obligó a utilizar nafta súper. Los
cambios más significativos se evidenciaron en el exterior y el habitáculo. En el frontal se
remplazó el escudo y bigotes por una nueva ornamentación frontal cromada, a modo de
grilla, que introducía el nuevo logo de “Fiat” en forma de paralelogramo. El exterior fue
simplificado con la eliminación de ornamentaciones, solo se mantuvo en el lateral la bagueta
que protegía el zócalo. En la tapa del motor se remplazó la insignia que identificaba la
marca y el modelo. Las llantas fueron rediseñadas, se eliminaron las tazas cromadas y en
su lugar se colocaron unos conos plásticos centrales.
El habitáculo fue modernizado con nuevos asientos más mullidos, tapizados en cuerina
bi-tono (negro y beige), y un nuevo volante de dos rayos con pulsador de bocina en el
centro.
El auto más vendido
Durante la década de 1970, el Fiat 600 fue el auto más vendido de su categoría y durante
algunos años el de mayor venta en el país. En 1976 alcanzó el récord de 250.000 unidades
fabricadas y vendidas, que lo convirtieron en el modelo de mayor producción hasta ese
momento de la industria automotriz argentina.
Con casi 7 años de producción, la versión “R” fue la más longeva del 600. En julio de 1977
cedió su lugar al 600 “S”. La principal novedad que introdujo esta serie fue el motor 100
R7.038, derivado del Fiat 133, modelo lanzado al mercado ese mismo año. La nueva planta
motriz, de 843 cc, tenía la particularidad del giro del cigüeñal en sentido contrario a las
agujas del reloj.
Exteriormente, el nuevo 600 se diferenciaba por los nuevos paragolpes de sección “U” con
uñas de goma y sin defensas. Fueron eliminadas todas las ornamentaciones cromadas y el
escudo frontal modificó su color por negro con dos filetes cromados centrales flanqueando
el logo “Fiat”.
A partir de 1980, la empresa SEVEL pasó a representar a la marca Fiat en el país. Bajo su
control, el Fiat 600 recibió en 1981 las últimas modificaciones. Los aros de ópticas, tanto
delanteras como traseras, fueron remplazados por unos de plástico en terminación negro
satinado. Un criterio similar se aplicó para el escudo del panel frontal.
Con los cambios introducidos en el mercado local a partir de la Ley de Reconversión
Automotriz, se hizo evidente que el Fiat 600 había cumplido su ciclo. Su producción se
extendió hasta el 9 de abril de 1982, cuando se produjo la última unidad que llevó el número
294.197.
El cese de la fabricación no significó el fin de su historia en el país. Al contrario. El estrecho
vínculo afectivo de la “Bolita” con la sociedad argentina se mantiene plenamente vigente, es
un símbolo de la movilidad social ascendente y de un sólido proceso de industrialización
que tuvo al sector automotor y a la propia Fiat como protagonistas.
En un hecho inédito para la industria automotriz nacional, recientemente fue inaugurado un
museo donde se preserva su historia y la de la propia fábrica que lo vio nacer.
El legado italiano de Fiat en las calles argentinas
Fiat se firmó el 11 de julio de 1899 en Turín con la presencia de los fundadores de la
compañía, Giovanni Agnelli y Emanuele Cacherano di Bricherasio. Su objetivo era crear una
empresa de automóviles puramente italiana que ayudase a contrarrestar el retraso industrial
del país frente a Francia y Alemania.
En esa misma época, Buenos Aires experimentaba una transformación con importantes
flujos migratorios entre 1895 y 1914, liderados por inmigrantes italianos, españoles y de
otras nacionalidades europeas. La ciudad estaba en crecimiento y las necesidades de
movilidad en la ciudad y sus alrededores aumentaban.Para entonces ya circulaban por las
cada vez más agitadas calles porteñas las primeras generaciones de autos importados.
Tras la Primera Guerra Mundial, Fiat vio el potencial del mercado argentino debido a la
sólida presencia de inmigrantes italianos y sus relaciones comerciales locales. Así, en 1912,
encaró la apertura de una sucursal, que al poco tiempo se transformó en Fiat Argentina S.A.
No fue hasta 1936 que Fiat Argentina impactó en el mercado con el Topolino. El modelo
500, popularmente conocido cómo Topolino, ofrecía seis meses de garantía, servicios de
mantenimiento gratuitos y distintas formas de financiación. Se trataba de un auto pequeño y
económico destinado a ser la primera motorización o un segundo auto alternativo.
De todas formas, el Fiat 600, conocido cómo el “Fitito”, fue un hito de Fiat desde su llegada
a la Argentina. Fue el primer Fiat 100% argentino, fabricado en la planta de Córdoba, y
marcó el inicio de un prolongado «romance» entre los argentinos y la marca italiana. A
pesar de tener dimensiones similares al Fiat 500 c, se vendió a un precio más bajo y ofreció
mejores prestaciones. En 1976, a 16 años de su lanzamiento, seguía siendo el auto más
vendido del país, alcanzando un récord de producción de 250.000 unidades.
En los años 80, Fiat lanzó el Fiat Duna, introduciendo un nuevo concepto en el mercado
local de vehículos medianos y satisfaciendo la necesidad de modernización en el sector.
Con su combinación de confort, agilidad y economía, ganó rápidamente la aceptación del
público y se convirtió en el automóvil más vendido del mercado en 1990.
Impresionantemente, cerró los años 90 como el automóvil más vendido de la década, con
262,897 unidades en las calles, lo que significa que uno de cada diez argentinos que
compró un automóvil nuevo en ese período eligió un Fiat Duna.
En los años 70, hubo una reorganización que unió a las marcas Fiat, Lancia, Autobianchi,
Abarth y Ferrari bajo Fiat Auto. Luego, en 1984, el Grupo Fiat absorbió a Alfa Romeo para
incorporarla a Fiat Auto, y en 1993 adquirió la prestigiosa marca Maserati. En los años
2000, Fiat estableció alianzas estratégicas con otras compañías automotrices, como PSA.
Luego, en enero de 2014, Fiat S.p.A. completó la compra de la participación de veba Trust
en Chrysler LLC, dando origen a Fiat Chrysler Automobiles (FCA). Esta fusión de la
tradición italiana con la cultura corporativa estadounidense creó una organización
multinacional con presencia en más de 140 países y casi 236.000 empleados. Este proceso
transformó a la empresa, fundada bajo la dirección de Giovanni Agnelli, en uno de los
principales conglomerados industriales del mundo.
En Argentina, esto significó una gestión más coordinada entre Fiat Auto Argentina S.A. y
Chrysler Argentina S.R.L., culminando en la creación formal de FCA Automobiles Argentina,
donde se unieron Fiat y las marcas estadounidenses del universo Chrysler, cómo Jeep®,
Dodge y Chrysler. Más tarde, en 2020 se anunció la alianza global entre FCA y
Peugeot-Citroen, ahora Stellantis.
Más recientemente, el compromiso de Fiat de ofrecer vehículos de alta tecnología y calidad
en la región, se hizo presente a través del Fiat Cronos, lanzado en 2018, es un ícono en la
historia automotriz argentina resultado de un proceso de desarrollo para América Latina.
Este sedán moderno se destacó por su calidad, tecnología y diseño, incluyendo logos
conmemorativos de los 100 años de Fiat en Argentina. Su presentación en febrero de 2018
en la planta de Ferreyra fue un hito que subrayó el compromiso de Fiat con el mercado
argentino y se invirtieron 500 millones de dólares en su producción, priorizando la calidad y
eficiencia.
Fue así cómo la llegada de Fiat a Argentina como la de millones de inmigrantes a principios
del siglo pasado, que con determinación se sumaron al trabajo, contribuyeron a forjar una
nueva nación, caracterizada por su fortaleza, productividad, diversidad y progresismo, una
nación para todos.

Fuente: Prensa Stellantis Argentina

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